Los árboles son seres vivos, pero forman parte de la ciudad.
Todos
somos capaces de identificar para que sirven la mayoría de los
elementos de nuestras calles: farolas, aceras, bordillos, árboles,
semáforos, o paradas de autobús.... Pero ¿Cuales son las funciones -en
cuanto mobiliario urbano- que realizan los árboles? ¿Para que sirven los
árboles?
La función mas evidente es la de dar sombra y moderar las
temperaturas en el suelo: todos sabemos la diferencia que hay entre
andar por el sol o por la sombra, o donde dejar el coche en el verano.
Un
poco menos conocida es la importantísima función de reducir la
contaminación, el viento y el ruido en la ciudad, que tal vez solo se
recuerde vagamente del rollo de la clorofila y la humedad que contaban
en el colegio.
Pero, además, los árboles forman parte de nuestro
patrimonio urbano cotidiano. Los árboles están dentro de nosotros, en la
imagen mental que cada uno tenemos de nuestra ciudad.
Cuando se
piensa en una ciudad o se describe a alguien no se habla solo -ni
principalmente- de edificios, sino de la propia estructura urbana y de
los elementos que la constituyen, como nos muestra la descripción de
Málaga que hizo Hernando Pérez del Pulgar en 1487: “Mas allá de la
hermosura que le dan la mar y los edificios, representa a la vista una
imagen de mayor hermosura por las muchas palmas y cidros, y naranjos, y
otros árboles y huertas, que tiene en gran abundancia dentro de la
ciudad, y en los arrabales, y en todo el campo a su alrededor”
Y es
que la identidad de una ciudad se conforma con la imagen mental que
tienen sus habitantes de los espacios comunes, de las relaciones
emocionales que establecen con sus calles y con sus vecinos, de los
recuerdos de sus habitantes. ¿Reconoceríamos Málaga sin el parque, o sin
la alameda? ¿No nos choca la imagen antigua del monte Gibralfaro sin
árboles?
En La Cala del Moral lo hemos descubierto, por las bravas, el pasado mes de septiembre.
La
ciudad no la construyen los alcaldes ni el ayuntamiento. La hacemos los
ciudadanos que la vivimos a diario, y es necesario que los vecinos
opinemos sobre el espacio que vivimos, que forma parte de nuestra vida,
que está en el fondo de nuestros pensamientos y de como nos percibimos a
nosotros mismos y al sitio en el que vivimos.
Sabemos que cada uno
de los elementos del mobiliario urbano cumple una función diferente y
complementaria, y que necesitan un mantenimiento específico con técnicos
especializados: electricista, mecánicos, fontaneros… también jardineros
Asimismo
el arbolado urbano precisa una planificación urbanística con una
cuidada selección de especies -adecuada al clima de Málaga y al agua
disponible- y con un exquisito respeto a las necesidades específicas de
un equipamiento ciudadano que nos indica a los ciudadanos más
exactamente que un calendario la sucesión de las estaciones a través de
las hojas, las flores y los olores que van variando a lo largo del año.
Y
en el caso de La Cala del Moral, los vecinos no solo añoramos las
moreras que le da nombre a nuestro pueblo y nos saludaban al volver al
hogar, también echamos de menos la sombra que nos ayudaba a hacer
soportable el sol inclemente para esperar el autobús; para esperar el
semáforo; para saludar a alguien conocido, o detenerse a mirar un
escaparate….
¿Sería La Cala el mismo pueblo sin moreras? ¿Sería este nuestro pueblo sin sombra de árboles?
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