La tribu arraigada busca asiento en un mundo que gira eternamente y está siempre en el mismo sitio. Cada uno de sus integrantes se distingue porque siembra, planta, cría y cultiva, se inspira, crea y construye: canciones, bosque y paisajes; pero se opone de forma decidida a los taladores compulsivos del árbol de la vida y el árbol de la conciencia, que crecen muy juntos, entretejiendo sus raíces.
Ellos os dirán:
- Cortaremos el viejo árbol para plantar cien nuevos plantones.
Pero un solo árbol viejo no tiene equivalencias en cien, mil o un millón de nuevos árboles, por mucho que intenten convencernos. Porque se debe al respeto y el cariño de generaciones y lo debemos al propio disfrute y al cobijo que ya necesitan las generaciones que aún no han llegado…
La gente que defiende los árboles hace tiempo lo ha entendido. Pero ¿Cómo convencer a los que tienen como único horizonte los cuatro años de su legislatura, la rentabilidad cortoplacista de sus inversiones o la quimera del crecimiento continuo?
Quien resiste aguanta, dice el viejo tejo, antiguo consejero y líder de la tribu arraigada. Hoy es, como siempre, tiempo de plantar y cuidar. Tiempo de arraigar y volar, de defender la conciencia y la vida que late en todos y cada uno de los seres y espacios a los que pertenecemos.Ignacio Abella.
El bosque habitado (Radio3)
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